Sebastián Baldi es neurorradiólogo intervencionista y, desde su puesto en el Hospital de León, conoce bien las ventajas de la aplicación de los tratamientos innovadores en el abordaje del ictus.
En su caso, entre otras innovaciones, tiene experiencia con los dispositivos diseñados para trombectomía mecánica, conocidos como stentrievers. Estos están diseñados para capturar y extraer el trombo de la circulación cerebral. El especialista ha sido pionero en el uso de uno de los últimos en salir al mercado: iNtercept, cuyos resultados han sido exitosos en los primeros casos realizados en León.
¿Cuáles son las principales ventajas del dispositivo iNtercept en pacientes que han sufrido un ictus?
Casi todos los dispositivos que extraen trombos de los vasos cerebrales son eficaces, pero, yendo particularmente a iNtercept, las principales ventajas de este son dos características muy valoradas: primero, la navegabilidad, es decir, la facilidad con la que lo podemos subir a través del microcatéter al lugar exacto donde se tiene que extraer el trombo. Muchas veces, los vasos sanguíneos son muy tortuosos y la navegabilidad es bastante dificultosa con otros dispositivos. Sin embargo, iNtercept navega muy bien y facilita mucho el trabajo.
Segundo, la visualización, es decir, es muy visible a través de los rayos X. Eso nos permite saber en qué lugar estamos y tener la certeza de que, cuando lo desplegamos, lo hacemos en el lugar exacto. Esta es una característica muy valorable.
En las ocasiones que he utilizado el dispositivo, he logrado recuperar el trombo o coágulo y recanalizar la arteria completamente. Mi experiencia inicial es muy buena, muy satisfactoria.
¿Qué ventajas tiene el uso de iNtercept en la evolución neurológica del paciente de ictus?
Esto tiene que ver más con la rapidez con la que actuemos luego del inicio de los síntomas, y no necesariamente del dispositivo. Obviamente, si el dispositivo elegido para un caso en particular es el adecuado, facilitará el procedimiento y hará que todo vaya más rápido.
Hay que tener en cuenta otras condiciones de cara a la evolución clínica, como el tiempo que el cerebro ha estado sin flujo sanguíneo. El dispositivo puede ser muy bueno, pero, si el paciente llega muy tarde o el cerebro no ha sido capaz de soportar la privación de oxígeno y glucosa por un determinado tiempo, la evolución neurológica no va a ser buena.
Respecto al stentriever, ¿qué posibilidades les ofrece en el abordaje del ictus?
Aumenta las opciones de tratamiento, porque navega muy bien por dentro del catéter y los tamaños más pequeños nos permiten ir a vasos muy distales y frágiles, que antes no eran abordables, pero que, ahora, se pueden rescatar con bastante seguridad.
Desde una visión panorámica, ¿cómo está ayudando la tecnología innovadora en el abordaje de una patología como el ictus?
En la última década, la evolución tecnológica en el tratamiento endovascular del ictus (trombectomía) ha sido vertiginosa, gracias a la aparición de los stentrievers y de otras técnicas, como la aspiración con catéteres muy flexibles que navegan por los vasos intracraneales con calibres realmente grandes. El panorama va a seguir mejorando aún más y, en los próximos años, veremos innovaciones en cuanto a la calidad del material y las posibilidades terapéuticas.
¿De qué forma está beneficiando la innovación al tratamiento de esta patología en pacientes más jóvenes?
Los resultados son buenos en ambos casos, sean jóvenes o no, ya que el objetivo es similar: recanalizar la arteria rápidamente y, así, evitar que el paciente tenga secuelas.
Cada vez más jóvenes sufren ictus, lo que se explica por muchos factores: hay más sedentarismo, más obesidad y, además, se suma el tabaquismo y el consumo de drogas. Eso trae aparejado mayor riesgo de sufrir no solo infartos cerebrales, sino también infartos de miocardio y otras condiciones cardiovasculares. Por lo tanto, el dispositivo no tiene mucho que ver con la edad, pero sí es verdad que la recuperación de un paciente joven es primordial, por lo que ayuda contar con toda esta tecnología.
El ictus es una condición médica que se asocia en la población general a las visibles secuelas que deja en ocasiones. ¿Barajan un plazo en el que los tratamientos y la asistencia sanitaria precoz puedan ir reduciendo la probabilidad de estas secuelas?
Seguro que sí, porque todavía hay margen de mejora. Por ejemplo, es primordial reducir los tiempos de actuación desde que el paciente sufre un ictus hasta que lo podemos tratar. Para lograrlo, hay que actuar en muchos puntos: primero, hay que educar a la población para que pueda reconocer los síntomas inmediatamente y activar los protocolos de actuación.
Otro punto se centra en la parte prehospitalaria, esto es, en los sistemas de emergencia actual. Tenemos que destinar recursos para que los tiempos se reduzcan al máximo, mediante, por ejemplo, ambulancias preparadas exclusivamente para atender los ictus, activar todos los sistemas y que no se demore el traslado de los pacientes.
El tercer y último punto hace referencia a la farmacología: hay progreso y seguirán apareciendo nuevos medicamentos que protegerán al cerebro mientras se canaliza el vaso. Es decir, es como si “congelásemos” al cerebro para que no se deteriore en el tiempo que tardamos en lograr abrir un vaso. Eso se conoce como neuroprotección y hay muchos estudios en marcha en ese sentido. Todo suma para llevar a cabo el mejor abordaje posible.