Las empresas españolas que fabrican equipos de protección individual (EPI) están encontrando dificultades para vender este material al Sistema Nacional de Salud (SNS). A diferencia de las mascarillas, de las cuales se podrían fabricar “alrededor de 700 millones de mascarillas anuales” en nuestro país con los recursos actuales, un producto prioritario para los profesionales sanitarios como son las batas, está encontrando este problema.
Fuentes del sector indican a Redacción Médica que para poner en el mercado batas, que es un material sanitario sometido a unos estándares de calidad, hay que cumplir con las auditorías "a las que estamos sometidos por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) regularmente”. Esto es importante, sostienen las mismas voces, “porque durante la crisis hubo muchos movimientos bienintencionados para fabricación de batas que no cumplían los estándares y por tanto no cubrían los riesgos”.
Diferencias en los costes de producción
En este contexto, indican que el plegado y otras actividades necesarias hacen que tengan un alto componente humano y, por tanto, “un elevado impacto de mano de obra en el precio final”. Si se comparan los costes en España con los de China, principal competidor, “hace que en condiciones normales seamos poco competitivos”, pues en el 'gigante asiático' son mucho más bajos. Cabe destacar que el coste laboral en España "es 1,5 euros por bata, mientras que en China es inferior a los 20 céntimos".
En los meses más duros de la crisis sanitaria, España tenía la maquinaria, instalaciones y personal preparado para reaccionar ante la pandemia, lo que le permitió aumentar su producción de batas diarias en febrero a “30.000 batas diarias actualmente”. Además, "se aumentó la planilla de trabajadores".
Si volvemos a una situación de normalidad, de nuevo “seremos poco competitivos y esas líneas de producción quedarán paradas y la capacidad de reacción ante futuras crisis será de nuevo muy limitada y volveremos probablemente a la misma situación que vivimos en marzo”, lamentan. En estos momentos se ha puesto en marcha una iniciativa de un acuerdo marco para establecer una reserva estratégica, pero la fabricación de las empresas adjudicatarias se hace en China con lo que, en caso de necesidad, las batas “no llegarían hasta al menos treinta días más tarde”. “¿Cómo podríamos evitar esto?”, se preguntan fuentes del sector.
Mantener la fabricación activa
Entre las posibles soluciones que se plantean se encuentra, para mantener la fabricación viva, que el mercado nacional “cubriera parte de sus necesidades en condiciones normales con productos fabricados en España, a pesar de que esto pueda suponer un sobrecoste”. Este sobrecoste no sería tan alto, ya que “generaría puestos de trabajo en nuestro país”, que supondrían un retorno del gasto vía impuestos de rentas del trabajo, impuesto de sociedades, reparto de dividendos, etc. al mismo tiempo que “pondría todo ese dinero en circulación en el sistema sanitario español”.
Sin embargo, el sector alerta de que este sobrecoste “es difícil de asumir teniendo en cuenta que estamos condicionados por la ley de contratación pública, que si bien es mejor que la que teníamos hasta hace unos años sigue dando una gran importancia al precio y hacen a un fabricante español muy difícil competir en igualdad de condiciones”.
Por eso, consideran que merece la pena explorar las fórmulas para considerar las EPIs como producto estratégico “y eso podría corregir esta situación, ya que nuestra salud y nuestro tejido industrial serían los grandes beneficiados”. “Mientras esto no ocurra, será muy difícil que haya más empresas fabricantes españolas”, zanjan las mismas fuentes.