Si tuviéramos que delimitar el contorno del sector sanitario en España, nos encontraríamos con dos realidades bien delimitadas. Por un lado, un sector público presionado por retos como la sostenibilidad financiera, el mantenimiento de los estándares de calidad, la reducción de las listas de espera o la consecución de mayores cotas de eficiencia, y por otro, un sector privado que ha detectado una importante oportunidad en su capacidad para cubrir las disfunciones que presenta la sanidad pública, lo que se traduce en un rápido acceso de los pacientes a especialistas y pruebas diagnósticas, servicios médico-quirúrgicos muy especializados y tiempos más ajustados para todo tipo de intervenciones.
José Cordero. |
El avance de la sanidad privada en estos últimos años podemos verlo reflejada en algunos indicadores clave. Por ejemplo, representa ya el 57% de los hospitales y un tercio del número total de camas ofertadas. Y resulta también significativo reflejar que el número de personas aseguradas continúa en crecimiento. Hablamos de cerca de 11 millones de personas y con una perspectiva positiva para los próximos años. Estas interesantes expectativas, como cabía esperar, han desatado en los últimos años una ola de movimientos de concentración vía adquisiciones o mediante la entrada de vehículos de inversión en busca de interesantes rentabilidades. Y en esta coyuntura nos encontramos aún.
No obstante, este cuadro que dibuja el panorama de la sanidad privada española no estaría completo sin ubicar en el mismo al nutrido conjunto que forman los hospitales propiedad de las distintas congregaciones de la Iglesia Católica. Su posicionamiento en el mercado, con ser encuadrados en la sanidad privada, presenta rasgos singulares de modelo y de visión, que podríamos condensar en tres conceptos clave. En primer lugar, la observación de los valores cristianos en todas las actividades que llevan adelante, y que se materializan en una actitud acogedora, muy empática y humana, hacia las personas. A este respecto, hay que reseñar que la atención en los hospitales católicos, tomando como base el humanismo cristiano, toma en consideración a la persona en toda su dimensión, física y espiritual.
El segundo rasgo distintivo reside en la vocación humanitaria y de servicio de estos centros, inspirada por las propias congregaciones a las que pertenecen. Los hospitales católicos son organizaciones que, a diferencia de otros centros homólogos, no están orientados a la búsqueda de una rentabilidad económica; sí, en cambio, a la sostenibilidad de sus estructuras para poder revertir los excedentes de explotación que se produzcan en la mejora de las instalaciones y equipos, con la vista puesta en elevar de manera constante la calidad médico-asistencial, y en el sostenimiento de acciones humanitarias en los múltiples lugares del mundo en que están asentadas. Todas ellas llevan a cabo una importante acción asistencial con el objetivo de proporcionar alimentación, formación y cuidados médicos a poblaciones en riesgo de exclusión o sumidas directamente en la pobreza.
El tercer factor que caracteriza a los hospitales católicos es su apuesta por una medicina de calidad, que asume como pilares fundamentales la investigación, la tecnología y la práctica de unas plantillas muy estables de profesionales experimentados y reconocidos, y situados en la primera línea de los avances en materia clínica. De alguna manera, todos estos rasgos han sido valorados muy positivamente por los usuarios de los hospitales católicos en el Primer Informe de Experiencia de Paciente de la Sanidad Privada, realizado por IDIS. Emplazados a subrayar aquellos aspectos que destacan sobre los demás, sobresalen por encima de la media el acceso a especialistas de su elección tanto en consultas como en hospitalización.
El sector sanitario, como decimos, está viviendo un periodo de transformación que se verá cada vez más condicionado por factores como el envejecimiento de la población y la consiguiente cronificación de muchas dolencias. Esta realidad, además de ejercer una creciente presión sobre la capacidad de financiación del propio sistema, conllevará cambios en los modelos de gestión de los propios centros y en los protocolos de respuesta médica. En este contexto, los hospitales católicos están perfectamente preparados para seguir asumiendo los nuevos retos, ya sea como colaboradores del sistema público de salud, rol que ya desempeñan en algunas áreas, o como partners de la industria aseguradora para proveer a los ciudadanos de toda España de unos servicios médicos basados en profundos valores humanos y la más alta calidad.