Sólo en nuestro país, en torno al 14% de la población padece diabetes, lo que supone cerca de 6 millones de personas1. De ellas, entre el 90% y 95% tiene diabetes tipo 2 y otras graves patologías asociadas como la obesidad o la enfermedad cardiovascular. Por eso, la intervención temprana e integral es clave para el control adecuado de la diabetes tipo 2.
De esta manera, “desde que el paciente accede por primera vez a consulta hay que verlo de forma global, es decir, no sólo se ha de tener en cuenta el control de la hiperglucemia, sino también las comorbilidades asociadas”, así lo ha advertido el doctor Juan Francisco Merino, jefe del Servicio Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario La Fe (Valencia) durante su intervención en un Simposio sobre Manejo Integral y Temprano de la diabetes tipo 2, que se ha celebrado en el marco del XXXIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), con la colaboración de Novo Nordisk.
En general, se trata de personas con obesidad abdominal, basada en un riesgo genético heredado que, si además tienen malos hábitos de vida, suelen desarrollar, además de diabetes, hipertensión o dislipemia entre otras patologías crónicas. Por tanto, “en el caso concreto de la diabetes tipo 2 precisamos de la combinación de varios fármacos que cubran las diversas alteraciones fisiopatológicas presentes en el paciente y, asimismo, favorezcan la pérdida de peso y reduzcan la morbimortalidad cardiovascular y renal”.
En este sentido, una de las principales dificultades con las que se encuentran las personas con diabetes tipo 2 a la hora de seguir el tratamiento es mantener un estilo de vida cardiosaludable que permita una pérdida de peso mantenida, mejorándose así todas las comorbilidades asociadas al exceso de peso. “No olvidemos que más del 90% de las personas con diabetes tipo 2 tiene sobrepeso u obesidad. Los pacientes con frecuencia son tratados con fármacos que aumentan el riesgo de hipoglucemias y favorecen la ganancia ponderal. Ahora disponemos de agonistas del receptor de GLP-1, los cuales están infrautilizados, pese a los grandes beneficios que han demostrado tanto en reducción de peso como a nivel cardiovascular, además de en la reducción de la hemoglobina glicosilada (HbA1c). No obstante, confiamos en que esto cambie con el primer análogo del GLP-1 oral que ya está disponible en nuestro país”, señala el doctor Merino.
Si no se controla a tiempo
La diabetes puede causar problemas como ceguera, patología renal o enfermedades cardiovasculares. Teniendo esto en cuenta, iniciar un tratamiento adecuado lo antes posible permite cambiar el curso natural de la enfermedad y evitar complicaciones graves2. “La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica de diagnóstico tardío. Suele tardar entre cinco y siete años en diagnosticarse, por lo que no es excepcional la presencia de complicaciones. Por contra, un diagnóstico precoz y el buen control en los primeros años va a producir una memoria metabólica beneficiosa para retrasar la aparición de complicaciones y reducir la morbimortalidad”, incide el doctor Merino.
A esto se une que, como pone de relieve este experto, “el envejecimiento de la población y la escalada de la obesidad están haciendo aumentar exponencialmente el número de personas con diabetes tipo 2. Luego tenemos mucho trabajo y las innovaciones nos ayudan enormemente ya que, como es el caso de la última, semaglutida oral, conseguimos un triple beneficio (disminución simultánea de la HbA1c, del peso y seguridad cardiovascular)”.
Un enfoque combinado temprano
La diabetes no es solo “un poco de azúcar”, por lo que es fundamental actuar de forma precisa y combinada desde el principio. En este sentido, el doctor Merino insiste en que se puede influir positivamente en la evolución de la diabetes tipo 2. “Lo primero es considerar a la persona como un ente individual. Hay que adaptar la diabetes a cada paciente y no el paciente a la diabetes. Es un trabajo en equipo entre las distintas especialidades implicadas. El objetivo es ir avanzando en el control progresivo de la enfermedad”.
Por tanto, como insiste este experto, “además de revisar periódicamente los pactos a los que llegamos con el paciente en cada consulta, una vez que hacemos cualquier cambio en su tratamiento y estilo de vida deberíamos poder hacerle seguimiento en unas semanas para ver si eso es adecuado o si tenemos que hacer algún cambio y motivarle. La educación diabetológica ha de ser continua”.