Tras más de 15 años de experiencia en trasplante autólogo y alogénico, MD Anderson Cancer Madrid estrena nueva Unidad de Trasplante Hematopoyético con la mirada puesta en potenciar y desarrollar el programa de trasplante y poder ofrecer terapia CAR-T. De momento, como principal novedad, esta nueva unidad ha incorporado un protocolo para el tratamiento con altas dosis de quimioterapia y autotrasplante de progenitores hematopoyéticos (trasplante autólogo) en régimen semiambulante.
Además, a esta novedad se suma la puesta en marcha de un programa específico diseñado para facilitar este trasplante autólogo a personas que viven fuera de Madrid. “Estamos trabajando en la coordinación de protocolos con distintos centros que no tienen disponibilidad para realizar este trasplante”, explica el doctor Adolfo de la Fuente, jefe del Servicio de Hematología de MD Anderson Cancer Center Madrid.
“El objetivo es que los pacientes tengan que desplazarse lo menos posible, que puedan regresar a casa pronto y que el seguimiento posterior de su evolución pueda hacerlo el mismo equipo que lo estaba tratando en su ciudad de origen”, señala este experto, que subraya la comodidad del paciente como el eje central de todo el proyecto.
Además de los tratamientos sistémicos y/o las terapias dirigidas, el trasplante de progenitores hematopoyéticos (comúnmente llamado trasplante de médula ósea), tanto el autólogo como el alogénico, continúa hoy en día formando parte del plan de tratamiento de numerosos pacientes con distintos diagnósticos hematológicos como leucemia, linfoma y mieloma múltiple.
El trasplante autólogo y el alogénico constituyen dos estrategias totalmente distintas, por lo que se ofrecen o contemplan en diagnósticos y situaciones diferentes. “Mientras que en el trasplante autólogo no existe un donante y el paciente es el protagonista de todo el proceso, en el trasplante alogénico sí existe un donante y, por ello, es necesario hacer estudios de compatibilidad antes de iniciar el proceso”, explica el doctor.
Así, en el trasplante autólogo, se extraen progenitores hematopoyéticos del paciente; es decir, las “células madre” justo antes de su diferenciación a células de la sangre, para procesarlas en el laboratorio. Una vez preparados, los progenitores hematopoyéticos se infunden de nuevo en el paciente tras un proceso de intensificación con altas dosis de quimioterapia. “Tras aplicar dosis elevadas de quimioterapia, rescatamos a la persona con sus propias células para repoblar su médula ósea y que comience de nuevo la producción normal de hematíes, glóbulos blancos y plaquetas”, señala el doctor.
Por su parte, el trasplante alogénico no centra su intención curativa en la quimioterapia, sino al contrario: aquí la quimioterapia sirve para preparar al paciente que va a recibir las células de un donante y para ayudarle a que la anidación de estas células se realice correctamente. “Son estas células del donante las que, una vez infundidas en el paciente, poblarán la médula ósea y reconstruirán el sistema inmune, lo que se llama el efecto injerto contra enfermedad”, destaca este especialista.
El problema fundamental aquí es que se produzca el efecto injerto contra huésped; es decir, que las células infundidas y el nuevo sistema inmune rechacen al paciente.
Células CAR-T versus trasplante de progenitores hematopoyéticos
El éxito de los resultados con terapias CAR-T en pacientes con diversos tipos de leucemias y linfomas han posicionado este tratamiento como una de las grandes esperanzas en tumores hematológicos, pero ¿en qué se diferencian exactamente estas terapias CAR-T de los trasplantes autólogos y alogénicos de progenitores hematopoyéticos?
En primer lugar, precisamente estos progenitores hematopoyéticos son clave en los trasplantes autólogos y alogénicos, pero no en las terapias CAR-T. “En estas terapias, lo que necesitamos son linfocitos T, los cuales son procesados en el laboratorio y manipulados tras su extracción para que desarrollen actividad antitumoral frente a la enfermedad que padece cada persona concreta”, explica el doctor de la Fuente.
Una vez “entrenados” en el laboratorio, esos linfocitos T son infundidos de nuevo en el paciente para que identifiquen y ataquen a las células tumorales. Por ello, cada tipo de trasplante tiene una herramienta para actuar. “En trasplante autólogo la herramienta es la quimioterapia, en el trasplante alogénico es el nuevo sistema inmune y en la terapia con células CAR-T son los linfocitos T reeducados del propio paciente”, concluye este experto.