Actualmente existe un gran consenso en toda la sociedad, desde la ciudadanía hasta los gestores sanitarios, sobre la importancia de la atención primaria como pilar fundamental de los sistemas de salud. Fue, sin embargo, una compañía privada como IMQ la que, desde su propia constitución en 1934, cuando no existía siquiera la Seguridad Social, convirtió de forma pionera la medicina de familia en el puntal diferencial de su modelo de asistencia.
Tal y como declara el Dr. Pablo García Ortiz, médico de familia de IMQ, «la asistencia primaria fue un elemento diferencial e identificativo de nuestra compañía, desde sus comienzos y lo sigue siendo actualmente. Es la única compañía del sector que sigue manteniendo esta figura como “puerta de entrada” al sistema y coordinadora global de la salud de las personas. Con el cuadro médico más amplio de la sanidad privada en Euskadi, desde el Igualatorio siempre se ha apostado por esta figura por aportar significativos valores y ventajas».
Según desgrana el Dr. García Ortiz, el médico de familia actúa como «referente» del asegurado y su familia, siendo su «asesor de salud y su guía dentro del sistema sanitario privado. Además, es una figura altamente valorada por los pacientes, que encuentran en el médico de familia a su referente en salud más cotidiano, cercano y accesible».
Una figura esencial
El trabajo que realizan los médicos de cabecera contribuye igualmente a una gestión más eficiente de los recursos sanitarios, «recibiendo al paciente, haciendo un primer análisis de su caso y orientándole sobre cómo acceder al resto de especialidades y servicios». Aportan, al mismo tiempo, «una visión integral de la salud del paciente, realizando un seguimiento continuado de su proceso y garantizan la centralización de la historia clínica y una coordinación efectiva con el resto de especialistas», destaca el experto.
El Dr. García Ortiz incide en esta misma idea al señalar que “salvo que se acuda a los servicios de urgencia, la atención primaria es casi siempre el primer contacto del paciente con el sistema sanitario, donde se elabora y conoce de manera más integral su situación, se gestiona su historia clínica y se diagnostican y tratan muchos de los procesos médicos además de, cuando es necesario, se realiza la derivación hacia los especialistas y servicios recomendados».
Según continúa enumerando el médico de cabecera de IMQ, también son quienes «promueven la imprescindible prevención de enfermedades, realizan actividades de orientación sobre hábitos de vida saludables, proporcionan el diagnóstico y tratamiento frente a hábitos tóxicos y ayudan a entender, aceptar y sobrellevar las enfermedades crónicas en su seguimiento».
Finalmente, en muchos casos «atienden a los pacientes en sus últimos momentos, en la cabecera de la cama; de ahí deriva su nombre, por la atención a pie de cama. De hecho, sigue siendo hoy día el único especialista que acude a la casa de los enfermos para su atención, exceptuando a los servicios de urgencia o de hospitalización a domicilio».
Para el Dr. García Ortiz, el arraigo de este modelo durante décadas ha propiciado que médicos de cabecera de IMQ estén hoy atendiendo «a varias generaciones de la misma familia, estableciéndose con frecuencia fuertes lazos, no solo profesionales sino personales. Máxime con el arraigo que tiene la asistencia de IMQ en algunas familias en nuestro territorio». IMQ atiende en sus diversas ramas a más de 385.000 asegurados.
La pandemia, un hito para los médicos de cabecera
Los médicos de cabecera fueron también quienes durante la pasada pandemia de COVID-19, «diagnosticaron, vigilaron y trataron —asumiendo el riesgo de contagio—, al 80% de los casos que no necesitaron ingreso, tanto en IMQ como en la medicina pública».
También fueron «quienes resolvieron múltiples dudas y dieron información y consejo a los pacientes, que dudaban ante las cambiantes informaciones o las procedentes de fuentes dudosas. Por ello creo que es de justicia recordar a quienes dieron tanto en este difícil periodo de nuestra historia reciente, por los que se quedaron en el camino a causa del contagio, y por los que agotaron sus fuerzas y, quebrada su vocación y ánimo, buscaron una jubilación temprana. También, por los que siguen a diario ofreciendo su ciencia y conocimientos, juicio clínico, capacidades, inteligencia emocional, empatía y escucha activa a los pacientes con la esperanza de prevenir enfermedades, ayudar a curarlas cuando es posible, aliviar los padecimientos cuando no lo es y, siempre, ofrecerles ayuda, consuelo y cercanía».
El Dr. García Ortiz concluye felicitándose por el mantenimiento en IMQ «de un sistema de cuidado de la salud basado en la humanidad, la atención cercana y personal del médico de cabecera, que tras 90 años de existencia sigue demostrando su bondad, efectividad y eficacia».