1,2 millones de personas murieron en el mundo por bacterias resistentes a los antibióticos (datos de 2019); de ellas, casi 39.000 en Europa, según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). Es un problema en aumento: Naciones Unidas prevé que, para 2050, sean diez millones de personas las que mueran anualmente por esta causa. Y los expertos hablan incluso de que la pandemia de COVID-19, en la que se ha incrementado en el uso de antibióticos, puede agravar la situación.
Estos datos se han puesto de manifiesto en el marco de la presentación de la campaña “Hagamos un buen uso de los antibióticos. Comparte el mensaje, súmate”, de MSD, que coincide con la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos.
Antibióticos, una herramienta vital
El doctor Jordi Vila Estapé, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Clínic de Barcelona, explica que “los antibióticos se podrían definir como unos medicamentos que tienen actividad frente a las bacterias. Es decir que, o bien actúan frente al crecimiento bacteriano, o bien, destruyen al patógeno”.
Además, añade, “la generación de resistencias por parte de las bacterias a los antibióticos es un proceso natural”. Y es que, asegura, “estos organismos, cuando se van reproduciendo, pueden generar mutaciones en ciertos genes y así adquirir esta resistencia. De manera espontánea, durante la multiplicación, se acumulan estas mutaciones en genes que les permiten ser resistentes. O bien tienen la capacidad de transferirse genes de resistencia entre bacterias. Por ejemplo, una bacteria que tiene un gen de resistencia se lo transfiere a una bacteria ‘sensible’. ¿Qué ocurre? Que la bacteria ‘sensible’, al adquirir este gen de resistencia, se vuelve resistente también”, apunta el doctor Vila.
Por tanto, argumenta, “el problema se incrementa cuando una bacteria resistente está en combinación con bacterias que sí que son sensibles a los antibióticos usados, ya que el antibiótico solo eliminará a estas últimas, haciendo que las bacterias que finalmente proliferen sean las resistentes”. En este sentido, sentencia: “Si hiciéramos un uso adecuado de los antibióticos, la posibilidad de ‘seleccionar’ a estas bacterias resistentes disminuiría”.
Por su parte, el doctor Bruno González-Zorn, director de la Antimicrobial Resistance Unit de la Universidad Complutense de Madrid y asesor de la Organización Mundial de la Salud contra la resistencia a los antibióticos, explica que, “al inicio de la pandemia de COVID-19, los sistemas sanitarios se enfrentaban a un virus desconocido”. Así, teniendo en cuenta que “muchas veces los virus respiratorios dan lugar luego a complicaciones bacterianas asociadas a la infección vírica inicial, lo que pasaría, por ejemplo, con la gripe, en aquel entonces se trató a los pacientes con COVID-19 con antibióticos en las primeras fases”. Este experto agrega que “pronto” se dieron cuenta que “el funcionamiento de la infección por este coronavirus cursaba de manera diferente, que no da lugar a una infección bacteriana secundaria”, por lo que “se redujo el tratamiento con antibióticos en la mayoría de los países del mundo desarrollado”.
Sin embargo, “el covid también ha conllevado una alta hospitalización, una saturación de muchos centros hospitalarios y de las UCI, con un mayor número de infecciones asociadas, mayoritariamente, a la ventilación de los pacientes. Por lo tanto, se han utilizado más antibióticos, sobre todo más antibióticos de último recurso, que son los que más debemos preservar. Esto ha acelerado la generación de bacterias resistentes en el mundo”.
Doble aproximación
Además, los expertos coinciden en que “el problema no sólo está en los mecanismos de resistencia, y cómo se producen por el uso de los antibióticos, sino también en la propagación de estos patógenos, tanto en el ámbito hospitalario, como a nivel social / comunitario, e incluso ambiental, por lo que han destacado la importancia de la toma de medidas y una investigación continuada a todos los niveles, poniendo el foco en dónde se generan, cómo se transmiten y el desarrollo de nuevas alternativas terapéuticas”.
Por su parte, el doctor Manuel Cotarelo, director médico de Enfermedades Infecciosas de MSD España, ha destacado “la labor de investigación y liderazgo que ha llevado a cabo MSD durante las últimas décadas en el desarrollo de nuevos antibióticos, que han conseguido traer al mercado importantes nuevas alternativas terapéuticas en infecciones pediátricas y en adultos”. Además, afirma, el compromiso de la compañía les ha llevado a “mantener durante los últimos años campañas de concienciación social sobre el adecuado uso de antibióticos y las resistencias a los mismos”.
Hagamos un buen uso de los antibióticos. Comparte el mensaje, súmate
En esta línea, el doctor Cotarelo explica que MSD ha lanzado la campaña “Hagamos un buen uso de los antibióticos. Comparte el mensaje, súmate”, que a través de una serie de vídeo-entrevistas con expertos nacionales de primer nivel, explicará en un lenguaje sencillo, pero muy riguruso, aspectos destacados acerca de la importanica de los antibióticos, su buen uso y cómo aportar desde la posición de un ciudadano medio a la contención de la resistencia a los antibióticos.
Además, esta campaña de concienciación para el uso correcto de los antimicrobianos, que cuenta con con el apoyo de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias; la Sociedad Española de Quimoterapia; y la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, y con el patrocinio científico de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, anima a los ciudadanos a informarse y participar en la posible prevención las consecuencias que en un futuro cercano pueden suceder si no realizamos un uso adecuado de estos medicamentos.