Los sistemas sanitarios en Europa se están viendo agitados por múltiples circunstancias que hacen que sus costuras dejen entrever sus crecientes déficits. Sin duda que la reciente pandemia producida por el virus SARS CoV2 (COVID-A) ha contribuido a generar un estrés sobreañadido, una antesala de lo que puede ocurrir si no somos capaces de anteponer las medidas precisas.
Se está convirtiendo en una especie de mantra el hablar del cambio sociodemográfico, del envejecimiento progresivo de la población, de la cronicidad asociada a esta circunstancia y de las comorbilidades consiguientes, es decir las múltiples patologías concomitantes que van surgiendo asociadas con el paso de los años. Tampoco hay reunión o jornada que trate de estos temas y que no se hable del incesante avance de la ciencia y fruto de ello de los constantes pasos de gigante que se producen en campos como la terapéutica, el diagnóstico o la prevención, sin ir más lejos.
No podemos olvidar que cada vez es más frecuente escuchar a expertos y versados en la materia hablar de lo que se conviene en llamar “One Health” o lo que es lo mismo “Una Salud”, entendiendo como tal la estrecha interdependencia e interrelación de la salud humana, la salud animal y el estado y podríamos decir también salud de nuestro medioambiente, A nadie se nos escapa que las consecuencias del denominado cambio climático producido por el descuido y el maltrato a nuestro planeta nos está trayendo consecuencias quez, llegado a un punto, podrían llegar a ser irreparables.
Si a todo este panorama le añadimos el hecho de que las medidas de prevención y profilaxis que induzcan a generar e introducir hábitos saludables en la población podrían ser francamente mejorables (veamos los problemas de obesidad infantil que padecemos y las consecuencias de una dieta poco saludable asociada al sedentarismo y a las prácticas insalubres, como puede ser el consumo de sustancias de todo tipo, tabaco, alcohol, ansiolíticos y psicotrópicos, drogas al fin) podemos llegar a un hecho del todo fehaciente: la demanda de asistencia médica y social está anclada en una espiral creciente cuyo pronóstico y fin no es muy difícil de anticipar.
Padecemos un muy serio problema de salud mental y las principales causas de morbimortalidad siguen estando en los procesos de carácter oncológico, de índole cardiovascular, respiratoria, neurodegenerativa y metabólica fundamentalmente, ámbitos en los que se están produciendo enormes avances farmacológicos, biotecnológicos y tecnológicos que cambian el pronóstico y suponen una mejora evidente en el plano vital y en la calidad de vida de los pacientes, lo cual a su vez requiere inversiones crecientes que es imprescindible afrontar y priorizar.
Con todo y con ello es evidente que es necesario realizar un análisis en profundidad de la realidad actual, de las necesidades presentes y futuras y de las tendencias que ya forman parte de nosotros como es el caso de todo lo que supone y acompaña a la revolución digital en todas sus vertientes y derivadas, con la inteligencia artificial a la cabeza; al conocimiento en profundidad del genoma humano y de todas las ómicas asociadas y a la eclosión de las cada vez más perfectas y precisas técnicas de imagen entre otras.
En definitiva, que cuando múltiples variables e incógnitas coinciden en el tiempo y concurren todas a la vez como es el caso, solo hay una salida, prever, ordenar, liderar, sumar voluntades y esfuerzos y generar el futuro actuando de una forma estratégica mediante escenarios y procedimientos seriados que, contando con la participación de todos los agentes implicados, permita no solo implantar un avance científico que lleve el marchamo de equidad, acceso y seguridad, sino además contribuir proactivamente al desarrollo y avance de la ciencia, impulsando y desarrollando proyectos de investigación que ayudenn a dar respuesta a las patologías y enfermedades que todavía no están bien resueltas o a las que puedan emerger derivadas de las consecuencias de nuestra forma de vivir y actuar.
En este marco de referencia es donde la Fundación IDIS ha impulsado de la mano de Sigma Dos un estudio sobre la percepción de los ciudadanos de cuatro países europeos (Alemania, España, Francia y Portugal) sobre sus respectivos sistemas sanitarios, teniendo en cuenta que los cuatro presentan diferencias conocidas en cuanto al modelo que tienen implantado, además de los condicionantes lógicos de cada uno de los territorios.
Los resultados se pueden resumir en cuatro titulares, “los ciudadanos en Europa manifiestan su descontento con sus sistemas de salud respectivos”, “la percepción ciudadana en Europa es que la Sanidad precisa de mayor colaboración y aportación de recursos”, “la sanidad en Europa necesita de una mayor coordinación e implicación por parte de la Unión Europea” y en definitiva un concepto que lo dice todo “más Europa para una mejor Sanidad”.
Este botón de muestra no hace sino enfatizar lo que es evidente: la pandemia ha supuesto una prueba de estrés muy importante para los sistemas sanitarios que se ha superado gracias al esfuerzo de todos y a la agilidad del mundo de la investigación farmacéutica y tecnológica en aportar soluciones eficaces a una enfermedad que ha generado 765 millones de casos confirmados y se ha llevado por delante hasta ahora a siete millones de personas (cifra que por diferentes motivos según la OMS podría elevarse a 20 millones).
El infausto ejemplo sirve de memoria para que seamos conscientes de que, al paso que vamos, si no somos capaces de anticiparnos con medidas eficaces a los enormes riesgos y retos que en materia de salud y sanidad tenemos por delante en una población mundial que se espera que crezca hasta los cerca de 10 mil millones de personas en 2050, de los cuales, si se cumplen los pronósticos a España le corresponderán entre 50 y 60 con una inversión más que evidente de la pirámide poblacional, las insuficiencias, insatisfacciones, asimetrías e inequidades no van a hacer sino profundizar y hacerse cada vez más evidentes.
Para dejar un legado suficiente de sostenibilidad a las generaciones futuras, utilizando una analogía aeronáutica, es imprescindible que aprendamos a volar con la mirada puesta en el horizonte sin perder la atención a los instrumentos de vuelo que son los que en cada momento nos aportan las señales de lo que está sucediendo y de lo que puede estar por venir.
En Europa los ciudadanos se han pronunciado exigiendo un horizonte de liderazgo en materia de salud y sanidad y una mirada atenta a los indicadores que determinan los resultados sanitarios y de salud de nuestros sistemas y modelos sanitarios respectivos, y si en atención a ellos hay que cambiar algo, o todo, que se haga a tiempo y en forma, de forma consensuada, sinérgica y participativa antes de que pueda ser demasiado tarde.
Fernando Mugarza, MD, PhD, MBA
Director de desarrollo corporativo y comunicación (Fundación IDIS)
Profesor de Ética de la Universidad Pontificia de Comillas (ICAI-ICADE)
Ex-presidente y Miembro de Honor de Forética