En uno de cada 1.500 embarazos se produce lo que se conoce como embarazo molar o mola hidatiforme: el test ha salido positivo, pero no hay embrión y sí una placenta que crece de forma anormal. El Dr. José Luis Prieto Alonso, obstetra y ginecólogo del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, explica qué es una mola, por qué se produce, cuáles son sus síntomas, cómo se diagnostica y qué tratamiento se ha de seguir.
El embarazo molar ocurre cuando tras la fecundación no se forma ningún embrión, aunque sí se desarrolla el tejido de la placenta. “Es un embarazo en el que se produce un desarrollo anormal, por el crecimiento excesivo de la placenta”, apunta el especialista, quien añade que la mujer tiene los síntomas de gestación y “el test de embarazo siempre da positivo y si se cuantifica, es decir, se miden las unidades de Beta Gonadrotopina Coriónica Humana (βHCG) suelen estar mucho más altas de lo que corresponde para la fecha de embarazo”, añade el Dr. Prieto Alonso.
¿Por qué?
En realidad, no se conocen las causas del desarrollo excesivo de la placenta sin embrión. Según el especialista, algunas mujeres pueden ser más propensas a tener una mola hidatiforme, ya por un trastorno genético en el cromosoma 1, por la edad (ser menor de 16 años o mayor de 40) o por un déficit de vitamina A y de ácido fólico, aunque esta relación no se ha podido demostrar.
El ginecólogo subraya, no obstante, que “el factor de riesgo fundamental es la edad de más de 40 años y haber sufrido una mola previamente. El haber tenido una mola incrementa el riesgo de volver a sufrirla: si el riesgo normal es cada 1.500 partos, si ya se ha pasado por un embarazo molar el riesgo es de 2 por cada 100 partos y con dos molas previas el riesgo es del 15 por 100”.
Síntomas
Si bien al principio los síntomas del embarazo molar pueden pasar inadvertidos y confundirse con el embarazo (test positivo, náuseas y otras molestias), cuando se consulta con el ginecólogo ya se detectan algunos signos que levantan sospechas de que algo no va bien:
• Aumento mayor de lo normal de la hormona Beta Gonadrotopina Coriónica Humana (βHCG) y del tamaño del útero en la primera exploración.
• Sangrado vaginal en el primer trimestre.
• Náuseas y vómitos, que pueden ser más intensos de lo normal.
• Hipertensión arterial e hinchazón de piernas y pies, síntomas de preeclampsia.
• Aumento de la frecuencia cardiaca.
Diagnóstico
Según el Dr. Prieto Alonso, el diagnóstico del embarazo molar se lleva a cabo con una ecografía, en la que se observará un útero más grande de lo que debiera y con más vasos sanguíneos, la ausencia de latido fetal y una placenta anormal, con tejido con forma de racimos de uva. Eso sí, “el diagnóstico final es anatomopatológico: cuando tras un legrado se estudia el material extraído».
Tratamiento
Desde el momento en que se diagnostica un embarazo molar, hay que eliminar ese tejido o placenta anormal a través de un legrado, que se convierte en la única solución. Tras el mismo, según el especialista «hay que hacer un seguimiento durante algunas semanas porque puede desarrollar una neoplasia trofoblástica gestacional que es la principal complicación, que puede llevar incluso a la necesidad de realizar una histerectomía o extirpación del útero». Este es el mayor riesgo del embarazo molar, que se convierta en un tumor maligno o cancerígeno. Por suerte, es algo excepcional, sobre todo si esa mola hidatiforme se detecta rápidamente.