Los avances en radioterapia han permitido acortar los tratamientos de algunos pacientes a solo cinco sesiones en los tumores de mama y próstata, dos de los más prevalentes en España1. Así lo explica la doctora Natalia Carballo, jefa de Servicio de Radioterapia de MD Anderson Cancer Center Madrid. “Tradicionalmente, el paciente ha tenido que venir a tratarse durante muchas sesiones. Sin embargo, ahora la tendencia es acortar el número de sesiones de radioterapia. Esto ha sido posible gracias a que la tecnología que empleamos es mucho más precisa y administra los tratamientos de una forma igual de efectiva y más segura” defiende la experta. Estos nuevos tratamientos más cortos se aplican hoy en el cáncer de mama y próstata, pero se está estudiando su indicación también en otras patologías oncológicas.
Concretamente, en el cáncer de próstata, en determinados grupos de pacientes, se ha pasado de administrar 35 sesiones (2,5 meses de tratamiento) a solo 5. A su vez, en el cáncer de mama se ha podido acortar a 15 sesiones y, hoy en día, se empiezan a realizar fraccionamientos de 5 o 6 sesiones.
El principal beneficio para los pacientes es que ven reducidos los traslados a los centros hospitalarios, que pueden suponer muchas molestias en el caso de vivir lejos de las unidades especializadas en radioterapia.
Por otro lado, a la efectividad y seguridad demostrada, se suma que los profesionales sanitarios cuentan con la evidencia de que, además de acortar los tiempos de radiación, estos protocolos no contribuyen a un aumento de la toxicidad. “Conseguimos los mismos resultados sin aumentar la toxicidad, facilitando enormemente la calidad de vida de los pacientes”, defiende la doctora Carballo. Por ejemplo, continúa, “en cáncer de mama, el principal efecto secundario es que se pone la piel un poco roja, eso se llama epitelitis. Aunque hagamos el tratamiento más intenso y en menos sesiones, esta epitelitis no empeorará ni revestirá mayor gravedad.”
Radiación guiada por la respiración del paciente
Entre las últimas novedades incorporadas a la radioterapia destaca la denominada Radiación guiada por la respiración del paciente (Deep Breathhold Inspiration o DBI, en sus siglas en inglés). Esta técnica se aplica en mujeres con cáncer de mama en el pecho izquierdo con el objetivo de proteger el corazón de los efectos de la radiación. “Se basa en administrar la radiación en el momento del ciclo respiratorio en que el corazón está más separado de la pared torácica y, por lo tanto, se ve menos expuesto a ella. Así, a las mujeres se les hace un estudio de cuál es su ciclo respiratorio para poder tratarlas en el momento adecuado”, expone Carballo.
Diversos estudios han observado que este tipo de pacientes que recibía radioterapia en el pasado podían presentar más riesgo de padecer infartos, muerte súbita por enfermedad cardíaca o estenosis de las válvulas. Todos ellos son trastornos asociados con la exposición a la radiación necesaria para eliminar el cáncer. “La aplicación de estos nuevos protocolos de DBI permite asegurar que esas pacientes dentro de 15 o 20 años vivan sanas y no tengan complicaciones a consecuencia de estos tratamientos”, añade Carballo.
Nuevos estudios para perfeccionar y personalizar los tratamientos
De forma paralela, también se han publicado estudios que exploran la posibilidad de reemplazar tratamientos que ahora se aplican de forma estándar, como la quimioterapia o la cirugía, por otros más innovadores y con mayor protagonismo de la radioterapia. Sobre todo, en este momento en que se empieza a conocer mejor la biología de las enfermedades oncológicas.
En palabras de la experta, “uno de los estudios que está en marcha en MD Anderson en Houston busca averiguar si se puede evitar la cirugía en pacientes con tumores de mama más agresivos como es el triple negativo, y en los que normalmente se aplica quimioterapia antes de la cirugía. La novedad por la que apuesta esta investigación es, tras la quimioterapia, valorar si el tumor ha desaparecido y, si no lo ha hecho, aplicar radioterapia en lugar de operar”. Lo que se intenta es valorar la idoneidad de los diferentes tratamientos con el fin de personalizarlos lo máximo posible a las pacientes y poder predecir cuál va a ser su respuesta.