Los expertos españoles reclaman que el control del peso se incluya a nivel nacional, europeo y mundial entre las medidas de prevención del Covid-19. Así lo han manifestado en el marco de una sesión clínica digital sobre obesidad y coronavirus organizada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), con la colaboración de la compañía de cuidados sanitarios Novo Nordisk.
La obesidad, más allá del peso, suele acompañarse de muchas complicaciones asociadas. Como explica la Dra. Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y secretaria general de la SEEDO, “las personas con obesidad presentan con frecuencia problemas respiratorios de tipo mecánico, por tener una capacidad pulmonar reducida con peor movimiento del diafragma. Y la obesidad genera un estado proinflamatorio y protrombótico que sería un factor agravante de la fase inflamatoria grave de la enfermedad por Covid-19”.
Obesidad y confinamiento: medidas de prevención
Según una encuesta realizada por la SEEDO a casi un millar de españoles en las últimas semanas, un 48% cree que tenía exceso de peso al empezar el confinamiento y un 46% dice haber ganado peso durante el mismo. Curiosamente, estos datos de la percepción sobre el propio peso son mayores que los reales de prevalencia que manejan las sociedades científicas: en nuestro país, se estima que un 39,3% de los adultos tiene sobrepeso y un 21,6% padece obesidad1.
La mayoría de los encuestados ahora por la SEEDO asegura haber aumentado entre uno y tres kilos durante el confinamiento, mientras que un 16% dice haber ganado entre tres y cinco. Por sexo, el grupo que habría ganado más peso es el de los hombres y, por edad, los mayores de 65 años, con un promedio entre tres y cinco kilos.
Ante esta situación, los expertos consideran que es importante recalcar que es necesario un control del peso desde etapas tempranas de la vida para que la prevalencia de la obesidad deje de crecer. Conseguirlo pasa por tres pilares fundamentales, según la Dra. Monereo: “Reducir la ingesta de alimentos poco saludables, de alta densidad calórica, como azúcares y grasas; fomentar el consumo de frutas y verduras y mantener una actividad física regular, de al menos 60 minutos diarios para jóvenes y niños y 150 minutos semanales para los adultos”.
En el caso concreto de las personas que ya padecen obesidad, el Dr. Miguel Ángel Rubio, jefe de Sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico San Carlos y vicepresidente de la SEEN, señala que “la práctica de ejercicio, sobre todo aeróbico, es la manera más natural de reducir el estado inflamatorio propio de las personas con obesidad y de mejorar su inmunidad. Anti-inflamación e inmunidad conservada están íntimamente ligadas al ejercicio y, presumiblemente, en caso de contagiarse por Covid-19, la infección podría ser más leve, si bien esto está pendiente de verificar”.
La Dra. Monereo incide en que “las personas con obesidad tienen más facilidad para ganar peso y, ante situaciones de estrés, recurren con más frecuencia a picoteos y a una compulsividad alimentaria. Por tanto, es factible que un buen número de personas con obesidad confinadas hayan ganado peso por cambios en su alimentación y por la reducción en la práctica de ejercicio”.
No obstante, ambos expertos consideran que, “después del confinamiento, estas personas van a volver a una vida más normal, lo que rebajará su nivel de estrés, retornando poco a poco al peso previo. Un porcentaje de pacientes requerirá someterse a una mayor disciplina y adherencia de estilo de vida. Será un buen momento para tomar conciencia de su enfermedad, buscar ayuda profesional y cambiar sus hábitos de vida. Pequeños cambios, al final, darán sus frutos”.
Estudios fuera y dentro de España
La Declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre patologías no comunicables y Covid-19 establece, como premisa, que las personas en riesgo de enfermedad grave son especialmente las mayores de 60 años y las que presenten patologías preexistentes como hipertensión arterial, cardiaca, pulmonar, cáncer o diabetes. Sin embargo, no incluye a la obesidad como factor de riesgo.
Además, como advierte el Dr. Rubio, “no todos los registros epidemiológicos sobre el Covid-19 incluyen información sobre peso, talla e índice de masa corporal ni se han hecho de manera estandarizada. Por tanto, no podemos disponer, a nivel mundial, de datos suficientes para contrastar y comparar entre poblaciones el impacto que tiene en la infección por coronavirus el exceso de peso”.
Hasta ahora, los estudios publicados al respecto tienen una muestra de pacientes reducida y China o Estados Unidos, donde se han realizado muchos de ellos, no presentan la misma prevalencia de obesidad que Europa. “Lo que sí se desprende de todos -apunta el Dr. Rubio- es que el hecho de padecer obesidad confiere un plus de gravedad en gente más joven. Y datos de estudios en países más próximos, como Francia y Reino Unido, indican que la obesidad conlleva un mayor riesgo de complicaciones o de gravedad de la neumonía, requiriéndose mayor porcentaje de ventilación asistida intensiva en las UCIs”.
“Lo que es evidente es que la obesidad se asocia con enfermedades respiratorias, cardiocirculatorias, renales… y estas pueden ser la causa directa del agravamiento de la infección por Covid-19. No es lo mismo una persona con obesidad sin comorbilidades que otra con varias de esas complicaciones”, incide el Dr. Rubio. “Además, tampoco podemos descartar que los obesos más graves sean aquellos que tengan una peor condición física cardiorrespiratoria. Un menor porcentaje de masa muscular (sarcopenia) puede estar asociado, realmente, a un peor pronóstico”, añade.
“En nuestro país -continúa-, la infección por Covid-19 se incrementa con la edad. Sin embargo, no hay datos recogidos a nivel nacional de peso y talla, pero sí sabemos que, en personas en torno a los 65 años, hay un 35% de obesidad y es esperable que, de alguna manera, se vea algún reflejo de ello en quienes ingresan por Covid-19. En general, los estudios son muy descriptivos, pero no llegan a ser concluyentes. Se necesitan, sobre todo, seguimientos a más largo plazo y datos de mortalidad”.
Los dos expertos de la SEEN y la SEEDO coinciden en que, “si la obesidad constituye un factor de riesgo no solo por sus muchas complicaciones asociadas, como diabetes, hipertensión, apnea del sueño, hígado graso, cáncer, etc., sino también infecciones respiratorias graves, el compromiso de lucha contra la obesidad debe ir más allá del entorno personal y familiar y extenderse al ámbito laboral, social, político -mediante educación comunitaria, fomento de realización de la actividad física, etc.- y sanitario, tanto a nivel nacional como europeo y mundial”.