Lunes, 22 de junio de 2020   |  Número 126
Resiliencia en tiempos de coronavirus
Las medidas de confinamiento, distanciamiento social y los efectos del parón de la actividad productiva han puesto a prueba la fortaleza mental y la estabilidad social y económica
Andrés Mascaró, doctor en Psicología de IMQ AMSA.

La extraordinaria emergencia sanitaria vivida como consecuencia del coronavirus ha supuesto, y aún supone, una amenaza para la salud en todo el mundo. Al mismo tiempo, las medidas de confinamiento, distanciamiento social y los efectos del parón de la actividad productiva han puesto a prueba la fortaleza mental y la estabilidad social y económica. En momentos así, se hace más importante que nunca la capacidad de resiliencia. Andrés Mascaró, doctor en Psicología de IMQ AMSA, desarrolla el concepto de resiliencia y cómo puede ayudar a sobrellevar mejor estos momentos.

La sociedad actual, globalizada e hiperactiva, donde el motor está centrado en la productividad y el consumo se ha visto paralizada durante unos meses por la pandemia. En una cultura, donde el movimiento y el consumo son la mayor expresión de desarrollo, la sociedad se ha visto obligada a parar, a no viajar, a estar encerrados, entre otros muchos aspectos. Esto ha llevado a muchas personas a pensar y cuestionar el modelo personal, institucional y social predominante.

En general, los seres humanos dedican mucho tiempo a organizar sus acciones y metas para planificar sus vidas y así conseguir cierta tranquilidad. Sin embargo, la situación actual ha roto buena parte de estas expectativas, provocando una conexión (consciente e inconsciente) con profundos sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad.

¿Cómo puede una persona enfrentarse a eventos difíciles o traumáticos de la vida como el actual? Este tipo de situaciones pueden llegar a poner en crisis la existencia y el equilibrio emocional. La capacidad de resiliencia permite adaptarse y superar las adversidades de la mejor manera posible. Generalmente, todas las personas muestran algún grado de resiliencia y esta se puede desarrollar a través de ciertos procesos emocionales de tipo individual y relacional.

¿Qué es la resiliencia?

Se llama resiliencia a la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, de adaptarse adecuadamente a la adversidad, a un trauma, a un padecimiento o amenaza. Es una respuesta subjetiva que se expresa ante este tipo de experiencias traumáticas.

La resiliencia implica un proceso dinámico en el que influyen factores internos, familiares y sociales. Ser una persona resiliente no significa que no se sienta angustia o dolor ante las malas experiencias. Negar o minimizar estas emociones puede en muchos casos llevar a situaciones de mayor dificultad emocional. Aceptar el momento de dolor y de incertidumbre es parte del proceso para que la persona logre un bienestar psicofísico a pesar de las adversidades.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las circunstancias y de las necesidades. De esta manera, las personas logran sobreponerse a las dificultades que les toca afrontar, creando condiciones psíquicas que transformen el efecto traumático permitiendo desarrollar recursos psicológicos nuevos y desplegando potencialidades creativas personales y grupales.

El proceso resiliente

El proceso resiliente se caracteriza por ser un momento de toma de consciencia sobre necesidades, capacidades y limitaciones; aceptación de la vulnerabilidad; de experimentación de la potencialidad creativa; de aprendizaje de la experiencia vivida; de flexibilidad ante cambios o situaciones difíciles; y de relativizar y ver con perspectiva el momento vital, entre otros aspectos.

Este proceso resiliente se desarrolla en el ser humano desde los primeros momentos de vida, en la relación entre el bebé y las primeras figuras de cuidado, y evoluciona constantemente en la relación entre el individuo, la familia y la sociedad.

A lo largo de la vida hay numerosos factores que determinan la evolución del proceso resiliente, como el tipo de relaciones, la creatividad, la aceptación del cambio y el uso del humor.

Tipo de relaciones

Un apego seguro es la base para el proceso resiliente. Un marco relacional (familiar y social) estable y flexible permite una contención y el desarrollo de recursos psicológicos. Los grupos de confianza ayudan a neutralizar los estímulos amenazantes y aportan sentimientos de amparo y seguridad. Aceptar la ayuda y el apoyo de las personas cercanas provee de sentimientos de afecto y de pertenencia.

Creatividad

La capacidad de creación supone una alta estimulación positiva para la persona. La creatividad permite tomar conciencia de aspectos desconocidos de la propia persona y puede fortalecer la autoestima. Asimismo, ayuda a descubrir otras maneras de pensamiento y acción para aprender que la vida puede ser experimentada de diversas formas.

Aceptar el cambio

Sin cambio no hay evolución y además, es inevitable. Aceptar la realidad obliga a modificar expectativas y deseos de vida, y asumir sentimientos de frustración e indefensión. Por otro lado, ayuda a la persona a centrarse en las situaciones que sí son potencialmente modificables.

Usar el humor

El humor permite al individuo rebelarse ante la realidad, desdramatizándola y liberándose de parte de su carga. El humor es un recurso muy valioso para tener una respuesta emocional satisfactoria y librar a la persona del sufrimiento. En la actualidad se ha producido una viralización del sentido del humor. Todos los memes, a través de internet, tienen que ver con mecanismos sociales necesarios para afrontar los momentos difíciles.

En muchas ocasiones, los seres humanos no pueden superar con éxito este tipo de situaciones. En estos casos, se hace necesario recurrir a un profesional de la salud mental para que ayude a resolver estos procesos vitales.

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