Martes, 21 de noviembre de 2023   |  Número 163
Salud e Inmortalidad
Tribuna de Elena Flores, directora de Salud y Bienestar de AXA España.
Tribuna

Desde tiempos inmemoriales los humanos hemos estado buscado las fuentes de la inmortalidad para vivir eternamente y en perfectas condiciones físicas, convirtiendo la salud en uno de los principales valores de nuestra especie. Año tras año, y especialmente después de pandemia de Covid19, este deseo de vivir se ha visto traducido en un mayor uso de la sanidad: más visitas médicas, más tratamientos y más pruebas preventivas, que han tensionado aún más la sanidad pública, haciendo todavía más visible la necesidad de una sanidad privada complementaria que garantice el acceso a una atención médica de calidad, superando las restricciones del sistema público.

En paralelo, este deseo de una vida larga y saludable ha motivado el desarrollo de innovaciones científicas y técnicas relacionadas con el cuidado y prevención de la salud. Entre estos avances, por ejemplo, cabe mencionar el nacimiento de la medicina de precisión, basada en conocer y archivar nuestro código genético para poder curar o incluso prevenir enfermedades futuras a las que somos proclives a través de nuestros genes. Estos avances científicos han permitido curar o cronificar enfermedades como las oncológicas, que antes tenían un mal diagnóstico. Y con este aumento de nuestra esperanza de vida, otras enfermedades, como el Alzheimer, se han manifestado con mayor fuerza en nuestra sociedad.

En los distintos ámbitos de la salud estamos observando este afán de mejora de todos los campos que comprende la sanidad: investigación para hallar nuevos materiales que permitan sustituir partes del cuerpo, nuevos compuestos para fármacos, nuevas técnicas para la creación de vacunas…. Multitud de avances para aumentar la esperanza de vida de las personas utilizando mejores y más costosos tratamientos.

Acompañando a estos logros, otro tipo de innovaciones tecnológicas han facilitado el uso y acceso a la medicina. La inteligencia artificial, para evaluar los síntomas de las enfermedades, o la telemedicina nos han permitido consumir servicios sanitarios en cualquier circunstancia. Con estos diagnósticos tempranos se están prescribiendo mejores tratamientos que contribuyen seguro a obtener esa deseada larga vida en perfectas condiciones de salud que supone la inmortalidad. Nuevamente, más salud a cambio de mayores costes.

Como consecuencia de esta nueva era de la medicina en la que nos hallamos inmersos, precisamos de mayores recursos para financiar el aumento de la esperanza de vida. Con las restricciones que soportan los sistemas públicos de salud, que hacen lo que pueden por cumplir con sus objetivos de universalidad y calidad aceptable, difícilmente serán ellos solos los que puedan satisfacer el deseo de una parte de la población de prolongar su estancia entre los vivos. Debemos apostar por la complementariedad para contar con una sanidad que sea punta de lanza de ese desarrollo tecnológico y científico que habrá de conducirnos, sino a la eternidad, sí a una vejez más saludable y duradera.

Y es aquí donde nos surge el dilema ¿en cuánto valoramos nuestra salud? Es decir ¿cuánto pagaríamos por ser inmortales? Si como dice la canción salud, dinero y amor son los tres ejes principales de nuestras vidas, vamos a tener que aprender a valorar los avances en la medicina y lo que nos aportan, para entender el aumento de los gastos sanitarios que veremos en los próximos años. Porque si queremos ser inmortales vamos a tener que priorizar el valor de la salud frente al dinero. Dejaremos el amor para otra ocasión

 

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