La evolución constante de la innovación en su más amplio sentido acompasada con el progreso del conocimiento científico y el desarrollo tecnológico lleva diversas velocidades en este momento y anda necesitada de concreción normativa en algunos aspectos, como es el caso del acceso a los datos para tareas de I+D por ejemplo, de facilitación y reconocimiento desde las diferentes administraciones del desarrollo TIC desde el punto de vista contractual y concursal, y de implantación de casos de éxito que sirvan como modelo y referencia para organizaciones, instituciones y empresas.
Imagen de una de las mesas de la jornada 'Digitalización en innovación biomédica en centros privados'. |
Otro aspecto clave es el de la necesaria coordinación y definición estratégica global que nos permita acometer como país, con garantías de éxito, los enormes retos a la vez que las grandes oportunidades que sin duda están emergiendo y van a surgir con mayor profusión de un entorno sobre el que ha de sustentarse no solo la solvencia y sostenibilidad de nuestro sistema de salud, sino también el incremento continuado de la esperanza de vida, la calidad y el bienestar de nuestros ciudadanos.
La velocidad de implantación hace referencia a las peculiaridades de cada uno de los operadores sanitarios que articulan la gestión de nuestra salud y la de nuestros familiares; no es lo mismo la premura en una entidad asistencial de titularidad privada, donde el paciente tiene la capacidad de elegir, que la de un entorno de titularidad pública donde esta circunstancia está más restringida; al igual que no es lo mismo un entorno de aseguramiento que otro de provisión en el que el paciente delega y subroga determinadas decisiones clínicas concernientes a su salud a los profesionales sanitarios que le atienden. Las diferencias son evidentes y, por lo tanto, los tiempos y la velocidad de implantación a la hora de acomodar los nuevos avances que ofrece la tecnología digital también. Tratar de acompasar voluntades, tiempos, formas y formatos es hoy por hoy uno de los grandes retos que hemos de saber definir y afrontar.
En la jornada sobre transformación digital desarrollada desde la Fundación IDIS en colaboración con Farmaindustria, Fenin y Asebio se desarrollaron aspectos tan relevantes como el nuevo marco de referencia que nos plantea el Reglamento de Protección de Datos cuya entrada en vigor está prevista para el próximo 25 de mayo, la firma digital o electrónica en aspectos puntuales como los contratos de investigación clínica, la monitorización de ensayos clínicos en la era digital o la propia receta privada electrónica. Todas ellas son sin duda experiencias de enorme valor y recorrido de cara al futuro y tienen un denominador en común, el uso de la tecnología digital acortando procesos, dotando de mayores garantías, aportando agilidad y prontitud en la obtención de resultados y en la toma de decisiones y generando un marco de eficacia, eficiencia y efectividad incomparable hasta el momento.
Otros temas como pueden ser el impacto de la transformación digital en el área de la salud, la necesaria innovación disruptiva en este sector intensivo y extensivo en la génesis, desarrollo e implantación de nuevas tecnologías, procesos, procedimientos y protocolos de actuación, la medicina personalizada en esta nueva era o la inteligencia artificial aplicada al diagnóstico por imagen son también buenos ejemplos de cómo el liderazgo transformador en esta materia va dejando una huella profunda que va a marcar el destino de nuestro sistema sanitario en el futuro.
Los ejemplos de gran valor añadido referenciados en el citado encuentro unido a las ventajas que aporta la medicina no presencial, la monitorización a distancia, la generación de una ingente cantidad de datos que permiten su procesamiento automatizado, el establecimiento de modelos predictivos y de actuación en base a algoritmos predeterminados, etc… todo ello en un contexto de envejecimiento poblacional, eclosión de las enfermedades crónicas y el acceso creciente de la población a las innovaciones tecnológicas, entre otros factores, hacen necesario un cambio en la visión y proyección del perfil de nuestro sistema sanitario y también del de aquellos que lo determinan, gestionan o gobiernan.
Los gestores y quienes administran nuestros recursos han de afrontar retos hasta ahora impensables una vez que el medio y largo plazo en los objetivos, estrategias y planes de acción se anteponen al cortoplacismo en la toma de decisiones tan instaurado hasta ahora; una visión desafortunada a corto plazo tan asentada y manifestada en nuestros días a través de ejemplos evidentes y de actualidad que permanecen en la mente y en la retina de todos.
Todos somos conscientes de que la transformación digital y su implantación decidida ayuda a optimizar la calidad, eficacia, eficiencia y efectividad de los servicios sanitarios y contribuye además a la mejora continua de la calidad de los mismos. Hoy en día no hay nada que pueda sumar más al cambio en nuestro sistema que un paciente bien informado, corresponsable en la gestión de su propia salud, y un profesional sanitario que realiza la labor asistencial con los mayores estándares de calidad, seguridad y resultados, todo ello a través de herramientas innovadoras que enfatizan la relación médico-paciente.
Desde este punto de vista, la integración de los sistemas tecnológicos y la transformación digital juegan un papel determinante en la seguridad del paciente y, además, suponen un desahogo en el consumo de recursos sanitarios (evitando duplicidades y redundancias de consultas y pruebas diagnósticas) facilitando la precisión en el seguimiento de los pacientes, reduciendo los errores médicos y, por lo tanto, mejorando los resultados de salud bajo un prisma de eficiencia.
Actualmente, el paciente no es el eje sobre el que pivotan los servicios que ofrecen los Sistemas de Salud, encontrando obstáculos para poder ejercer sus derechos contemplados en la Ley de Autonomía del Paciente, entre otras. Asimismo, existen también problemas para profesionales y organizaciones, ya que los médicos acceden a la información clínica de sus pacientes sin garantías de que esté completa, contrastada y actualizada. Y, por otro lado, existe desconexión y falta de consenso entre todos los agentes del ámbito de la salud para alcanzar un modelo accesible, óptimo y común.
Todos estos problemas tendrían solución con sistemas digitales interoperables de historia clínica digital, de receta electrónica, de asistencia, monitorización y seguimiento a distancia, etc… basados en una práctica clínica cooperacional (donde se evalúan todos los informes realizados por cualquier profesional) y se mejora la eficiencia de los procesos asistenciales (se incrementa la calidad de la atención asistencial al contar con información más completa y contrastada con pacientes).
Afirman los expertos que hoy la interoperabilidad en su más amplio sentido no es una opción, sino que es un requisito para los sistemas sanitarios. Por un lado, permite hacer mejor el servicio que se ofrece a los pacientes y, por otro, evita problemas de seguridad mejorando los resultados de salud alcanzados. La mala o ausente interoperabilidad puede derivar en daños o efectos adversos para los pacientes y su entorno.
Un liderazgo transformador en materia de innovación digital es fundamental y dicho liderazgo debe ser taxativo, patente y ostensible mediante la elaboración de agendas y planes estratégicos que involucren a todos, buscando las necesarias sinergias y complementariedades en beneficio del bien común. Sin una visión de futuro holística, acertada y proactiva y una aceptación de la realidad que nos ofrece la ciencia y el conocimiento científico difícilmente lograremos poner a nuestro país a la cabeza de la innovación en materia sanitaria.
Hoy estamos en condiciones de asegurar que existen y habrá tantas soluciones tecnológicas como operadores en el sector, pero lo más importante ha de ser el saber establecer con acierto y decisión prioridades, sinergias y complementariedades operacionales en esta materia.
Solo de esta forma es como se pueden establecer las reglas de un nuevo horizonte en el campo de la medicina, una especialidad que sin duda halla los fundamentos de su evolución en las tecnologías digitales armonizadas con su carácter intrínseco humanista, un nuevo rumbo que puede proyectarnos hacia un paradigma en el que la salud, el bienestar y la propia vida constituyan el centro de todas nuestras actuaciones y de nuestros compromisos.