Recientemente, IMQ ha dado a conocer los datos acumulados de los partos en sus clínicas durante los últimos quince años. Así, desde 2007 hasta 2021, ambos incluidos, han nacido en las clínicas Vicente San Sebastián, Virgen Blanca y Zorrotzaurre un total de 18.889 bebés, lo que da una media de 3,45 partos diarios de media. Actualmente, todos los partos de la aseguradora vasca se llevan a cabo en la Clínica IMQ Zorrotzaurre.
Mónica Blas, matrona de IMQ, explica en relación a este centro que, «en cuanto a las infraestructuras, en Zorrotzaurre se dispone de cinco salas de dilatación, que son cinco habitaciones en las que las mujeres están desde su ingreso hasta unas dos horas después del nacimiento del bebé. También se cuenta con dos paritorios donde la madre realiza la fase expulsiva del parto y que están equipados con cunas de reanimación, por si fueran necesarias en algún caso. Y existe también un quirófano para cesáreas».
Al margen de lo anterior, también se cuenta en este hospital —el centro sanitario privado más grande de Euskadi—, con «dos boxes de urgencias: en uno, los ginecólogos ven a la mujer durante el embarazo, hasta la semana 37 de gestación; en el otro, las matronas vemos las urgencias de obstetricia en los casos en los que, por ejemplo, las mujeres vienen por sospecha de parto o con la bolsa amniótica rota; en este tipo de situaciones, somos nosotras, las propias matronas, las encargadas de valorar la situación y de dar el alta, en su caso».
El equipo que está continuamente en el área de partos de IMQ está compuesto por matronas y auxiliares de enfermería. «En el caso de que haya que poner la epidural, interviene el anestesista. Siempre hay un ginecólogo de guardia, independientemente de que la mujer vaya a realizar el parto con su ginecólogo de confianza. En el nacimiento, entra también en la asistencia el pediatra. Somos un equipo muy bien coordinado ya que llevamos varios años trabajando juntos y la organización es eficaz y eficiente. Nuestro principal valor son las personas», destaca la matrona.
Una matrona de referencia
Cuando una mujer se pone de parto o tiene un parto programado, antes de acceder a la Clínica IMQ Zorrotzaurre ya tiene asignada una matrona de referencia, que es la que le va a acompañar durante todo el proceso. «En el caso de que toque cambio de turno, la matrona de referencia presenta a la mujer y su estado a la matrona que le toma el relevo, con el fin de garantizar una continuidad asistencial de calidad y con el fin, igualmente, de que la mujer tenga siempre claro quién es su matrona de referencia. Nosotras estamos con ella desde que entra hasta que termina y sólo atendemos a una o dos mujeres como máximo a la vez».
Al llegar, las mujeres expresan siempre sus necesidades o deseos. «La mayoría lo hace de forma verbal y, algunas, por escrito. Nosotras siempre valoramos sus necesidades y nos comunicamos con ellas para informarles de cuáles se van a poder cumplir y cuales no son posibles de cumplir o no convienen a su estado de salud».
Habitaciones individuales y monitorización inalámbrica constante
En la Clínica IMQ Zorrotzaurre, las mujeres disfrutan de habitaciones individuales durante la dilatación, algo especialmente valorado desde el inicio de la pandemia por Covid-19. Además, se utiliza una monitorización inalámbrica. Este sistema de aparataje sirve para controlar los latidos del bebé y el estado de la dinámica de las contracciones. «Al ser un sistema inalámbrico, la mujer puede moverse libremente por la habitación y por el baño, lo que redunda en un mayor confort, ya que no tiene limitaciones a la hora de cambiar de postura, etcétera. Éste es un valor diferencial, en contraposición a otros centros en los que la monitorización se hace a través de cables», apunta la matrona de IMQ.
La monitorización, además, está centralizada. Es decir, las mujeres y los bebés tienen en todo momento a un profesional fuera de la habitación, vigilando las constantes vitales de ambos a través de un ordenador. «Con ello, se vigila la seguridad clínica del proceso de parto pero manteniendo la privacidad y la intimidad al máximo posible».
Puerperio
«Tras el parto, una pregunta que siempre hacemos las matronas a las mujeres es si desean, después del nacimiento, practicar el contacto piel con piel entre el bebé y la madre. Esto, para muchas familias, es algo que valoran positivamente. El niño está siempre delante de los padres; en el propio paritorio, de hecho, si el bebé necesita algo de oxígeno, se le aplica en la propia cuna que se coloca en el paritorio. Incluso en las cesáreas, tras la intervención, se pone al bebé en la habitación piel con piel con el padre o el acompañante. Es algo que se agradece mucho», destaca Mónica Blas.
En cuanto a la alimentación del bebé, tras el parto, dependiendo de la elección que se haya hecho, las matronas desempeñan un rol protagonista. «Si han decidido iniciar la lactancia materna, les ayudamos a colocar al bebé, con la primera toma y solventamos las dudas que tengan. También iniciamos al padre o al acompañante en las labores del cuidado de los bebés, por ejemplo, aprendiendo a cambiar los pañales, a ponerle el body o el pijamita, etcétera».
A veces en el postparto, si la madre está dolorida, «las ayudamos con la gestión de ese dolor, con medicación o, si tiene epidural, con las indicaciones que haya dado el anestesista. Y especialmente con el dolor y las molestias en los casos de cesárea, que es una operación que quizá esté un poco banalizada en la sociedad, pero que no deja de ser una intervención quirúrgica abdominal en la que, luego, además, te tienes que hacer cargo de un bebé cuando te acaban de operar», concluye la matrona de IMQ.