El dolor crónico es una realidad que sufren más de 370.000 personas en el País Vasco: “en concreto, el 17 % de la población vasca sufre algún tipo de dolor crónico”, destaca la doctora Mercedes Mozas, de la Unidad del Dolor de la Clínica IMQ Zorrotzaurre. Dentro de este grupo, “aproximadamente el 60 % presenta dolor derivado de estructuras de la columna lumbar, un 40 % dolor articular, un 34 % dolor de cabeza y un 28% dolor cervical. También destacan los dolores perineales, fibromialgia, neuralgias, hombro doloroso, problemas vasculares y dolor oncológico”.
Nueva definición del dolor
Precisamente, en este año 2020, la Sociedad Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) ha reformulado su anterior definición del dolor en estos términos: “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”. A esta definición añaden seis anotaciones:
1. La experiencia dolorosa siempre es personal, y en ella influyen factores biológicos, psicológicos y sociales.
2. ‘Dolor’ y ‘nocicepción’ son dos fenómenos distintos.
3. El dolor no puede inferirse únicamente a las neuronas sensoriales.
4. Son nuestras propias experiencias vitales las que nos enseñan el concepto de dolor. Cada individuo siente “su dolor” y es muy personal y siempre respetable.
5. Aunque la función del dolor suele ser adaptativa, puede tener efectos adversos sobre la función y el bienestar social y psicológico.
6. La nueva definición reemplaza la terminología basada en la capacidad de la persona para describir la experiencia que denomina dolor para no excluir a bebés, personas con limitaciones de expresión o incluso animales que no pueden articular verbalmente su dolor.
Efecto del coronavirus en el dolor crónico
Este año 2020 será recordado por el año de la pandemia del COVID-19, y no solo por las consecuencias infecciosas del coronavirus, sino también por las consecuencias derivadas de la inmovilización por confinamiento o restricciones de movilidad o, incluso, por el miedo a salir de casa de muchas personas para las cuales el ejercicio y la luz solar les ayuda a mantener a raya su dolor.
Si se tiene en cuenta que “una de cada dos personas mayores de 55 años presenta algún tipo de dolor osteoarticular, es decir, derivado de la calidad de sus huesos o articulaciones, es preciso recordar la importancia del movimiento diario de todo el esqueleto para limitar la descalcificación ósea, mantener el tono muscular adecuado y lubricar las articulaciones. Todo ello es fundamental para un mejor control del dolor crónico que presentan estos pacientes”, destaca la doctora Mozas.
Estas recaídas o empeoramientos clínicos de pacientes, sobre todo de edad avanzada, que han estado y están confinados en sus casas, empiezan a ser habituales en las unidades del dolor. “Nuestra recomendación, independientemente del tratamiento técnico que se pueda ofrecer en cada caso, es que vuelvan a la actividad al aire libre, a diario. Eso sí, manteniendo las medidas de prevención”.
Especialistas en el tratamiento del dolor
A la unidad de Dolor de la Clínica IMQ Zorrotzaurre acuden pacientes con dolores de tipo nociceptivo (mecánicos) y de tipo neuropático (dolores trasmitidos por los nervios, eléctricos), estudiados previamente por el especialista correspondiente, ya tratados sin éxito con métodos convencionales (generalmente farmacológicos) y habiendo descartado que no sean candidatos a un tratamiento etiológico (es decir, tratamiento del origen de su dolor). “En estas circunstancias, realizamos en la consulta una valoración del tipo de dolor, las limitaciones que supone al paciente y las posibilidades terapéuticas, y proponemos la opción de tratamiento técnico que pensamos será más adecuado”, explica la experta.
Tipos de dolor
La doctora Mozas señala que “la patología que más frecuentemente vemos en nuestra unidad es el dolor crónico de espalda, generalmente del área lumbar, que puede llegar a constituir hasta el 75 % de los casos. Los bloqueos tanto con fármacos como con técnicas de radiofrecuencia en esta área suponen el día a día de la unidad de dolor, generalmente con resultados satisfactorios en un alto porcentaje”.
Los dolores perineales, la fibromialgia, las neuralgias de distintas áreas del cuerpo, las cefaleas… “son dolores de difícil tratamiento, pero en los que en muchas ocasiones podemos ayudar al paciente de manera muy significativa”. Para ello se realizan tratamientos locales, intravenosos, en el hospital de día de la Unidad, estimulación de nervios, bloqueos musculares con distintos fármacos, etc.
El hombro doloroso es otra patología habitual en la unidad. “Para estos casos tenemos un protocolo de tratamiento que nos permite proporcionar un alivio muy importante y en ocasiones completo de los síntomas”.
Una de las posibilidades terapéuticas que se consideran en la Unidad de Dolor de la Clínica IMQ Zorrotzaurre para control de problemas vasculares o dolores oncológicos consiste en la aplicación de tratamientos con catéteres de larga duración. “En algunos casos seleccionados se pueden realizar técnicas de neuromodulación, es decir, implantes de mecanismos programables debajo de la piel para infusión de fármacos o de electrodos internos que permiten reducir la intensidad de determinados tipos de dolor severo al menos un 50% y en algunos casos hasta un 100%”, detalla la Dra. Mozas.
El tratamiento del dolor oncológico complicado “no supone más allá de un 2 % de nuestra actividad clínica, pero su control está demostrado que mejora no solo la calidad de vida del paciente, sino la supervivencia esperada en casos avanzados”.