Martes, 19 de mayo de 2020   |  Número 125
Una necesaria y a la vez prudente desescalada
Editorial

Anda el tiempo enredado en una nueva fase de este periodo dilatado de pandemia, un momento en el que la incertidumbre acecha a cuantos se empeñan en garantizar certezas ajenas por completo a su voluntad. Son tiempos de zozobra y de solidaridad a la vez, vivimos momentos en el que el pregón del infortunio hace su agosto vaticinando todo tipo de vicisitudes y augurios poco halagüeños.

Nadie sabe a ciencia cierta ni cuándo ni cómo se inició esta pandemia a todas luces infausta que se ha llevado por delante tantas vidas, tantas ilusiones, tantos proyectos y que incide en una sociedad que ya venía castigada por una crisis económica que dejó una profunda huella en nuestra sociedad una vez que España estuvo al borde del rescate económico con motivo de la crisis financiera global de 2008 y que se prolongó a lo largo de los años sucesivos.

Ante un escenario tan complejo como el actual y sin entrar en los criterios epidemiológicos y de salud pública articulados por los expertos, cuyo perfil sigue siendo desconocido hasta el momento, es cierto que esta ecuación tiene múltiples incógnitas sobre las que pivotar una más que complicada y a la vez necesaria y prudente desescalada.

Una de las incógnitas a despejar en el plano asistencial es ¿Qué está ocurriendo con los pacientes que tienen morbilidades no asociadas a la COVID-19?, especialmente pacientes crónicos en muchos casos pluripatológicos afectados por un riesgo evidente de fragilidad y vulnerabilidad. ¿Qué está ocurriendo con aquellos ciudadanos que quedaron en lista de espera para una intervención quirúrgica, una prueba diagnóstica o para una consulta de especialista fundamentalmente? ¿Qué es lo que vamos a hacer para controlar el temor de acudir a un centro asistencial por una dolencia que en un momento determinado puede agravarse y tener consecuencias imprevistas?

Otra de las incógnitas asistenciales proviene de la situación en la que van a quedar muchos centros hospitalarios, clínicas y consultas de naturaleza privada que debido a esta situación de alarma concretada por el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Todos ellos han tenido que desprogramar toda su actividad no preferente en aras a contribuir al control de la situación de pandemia, lo cual supone sin duda un impacto importante en sus líneas de viabilidad, futuro y sostenibilidad.

Un aspecto importante vinculado con el oscuro panorama económico que se cierne sobre nuestro país es ¿cuáles y en qué cuantía van a ser las cantidades que se van a aportar en el corto plazo en gastos e inversiones en nuestro Sistema Nacional de Salud respecto al PIB?. De ello va a depender en buena medida la adquisición de tecnología, aparataje y todos los avances con los que la medicina cuenta provenientes de los procesos de investigación y desarrollo no solo para la COVID-19 sino para el diagnóstico, prevención y tratamiento de otras patologías. Como consecuencia de ello ¿dónde va a quedar la equidad y la cohesión interterritorial?

Vinculado con el punto anterior el futuro descubrirá cuál es el porcentaje de inversión que España va a hacer en investigación respecto de su producto interior bruto una vez que si antes de esta crisis sanitaria era más bien exiguo y por debajo de la media de la Unión Europea lo que nos espera puede ir mas allá de la austeridad en un concepto que determinará el futuro y marcará el rumbo de nuestro país en términos de competitividad y liderazgo.

Una gran incógnita de esta ecuación múltiple es el efecto en el empleo en general y en el entorno del sector en particular, empleo cualificado que, si antes de la crisis ya buscaba otros caladeros, en la fase posterior a la misma, puede continuar tratando de mejorar sus perspectivas a través de la diáspora y la emigración.

Finalmente, otra gran cuestión, ¿cómo va a salir España de esta situación económica global que ya se barrunta en el horizonte? Porque si dura fue la salida de la anterior crisis, mucho más compleja va a ser esta dado que recala en un país con enorme potencial pero con un balance financiero poco esperanzador, con una deuda muy relevante, con un déficit elevado con tendencia al alza, con unas cifras de desempleo y caída del PIB difíciles de soportar, con un tejido industrial muy polarizado, con unas cifras de PyMES y trabajadores autónomos considerables, con un estamento funcionarial nada desdeñable y con unas cargas sociales que crecen de una forma constante y acelerada.

La resultante de un escenario de estas característica es sombría. Solo podremos levantar la economía de este país si pensamos en la importancia que tiene el hecho de generar riqueza apoyando a todo aquel que es emprendedor y quiere desarrollar su iniciativa, si impulsamos de una forma decidida a la investigación, si procuramos por un cambio de modelo económico que afiance sus raíces en sectores prometedores que generan estímulo y empleo y si de una vez por todas olvidan nuestros gobernantes y políticos los dogmatismos y apriorismos y se ponen a trabajar codo con codo con una sociedad que precisa y demanda con urgencia ayuda, impulso, estímulo, ilusión y trabajo.

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